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El líder, entonces, es aquel que ha destruido este sentido de la dualidad.
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Este líder no es, por supuesto, ni más ni menos que otros. Las limitaciones de nuestro lenguaje dualista ofuscan el significado de estas Palabras tan elevadas. El liderazgo debe entenderse como una de las ilusiones; pero, con respecto a ese plano, es un hecho. Los hechos de la Naturaleza son perfectamente verdaderos en lo que respecta a su relación mutua; su invalidez se refiere únicamente a su relación total con el canon filosófico de la Verdad.
La palabra "todo" no debe tomarse como una elipsis de "todos los hombres"; significa que tal persona es completamente dueña de su universo. Porque cuando uno se ha vuelto indiferente a los fenómenos, y acepta cualquiera de ellos como necesario, de hecho como una parte esencial del todo, se ha hecho a sí mismo Señor del Todo como tal. De hecho, es obvio por motivos bastante racionales que esto debe ser así. Mi discernimiento entre las alcachofas y el arsénico me pone a merced de un millón de circunstancias, desde mi cocinero hasta mi esposa.
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