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Tan pronto como uno reconoce su ser como Hadit, obtiene todas Sus cualidades. Todo se reduce a cumplir con la Voluntad. Una prostituta ardiente, con gorro rojo y ojos brillantes, con su pie en el cuello de un rey muerto, es tanto una estrella como su predecesor, sonriendo afectadamente en sus brazos. Pero hay que ser una prostituta ardiente, hay que dejarse llevar, ya sea que su estrella sea gemela con la de Shelly, o de Blake, o de Tiziano, o de Beethoven. La Belleza y la Fuerza provienen de hacer la propia Voluntad; no hay más que mirar a cualquiera que esté haciéndolo para reconocer su gloria.
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