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Una cita del Apocalipsis. Este Dios no es un Redentor: es Él mismo. No puedes adorarle, ni buscarle: Él es Él. Y si tú eres Él, bien.
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Esto, y la primera parte del siguiente verso, demuestran la inviolabilidad de Hadit, nuestra Quintaesencia. Cada Estrella tiene su propia Naturaleza, que es "Correcta" para ella. No hemos de ser misioneros, con estándares ideales de vestimenta y moral, ni ideas tan rígidas. Debemos hacer lo que queramos y dejar que los demás hagan lo que quieran. Somos infinitamente tolerantes, salvo con la intolerancia. No es bueno, sin embargo, tratar de evitar que los Cristianos se entrometan, salvo mediante la única cura: 'Los Cristianos a los Leones'.
Es imposible alterar la Naturaleza última de ningún Ser, por mucho que consigamos transfigurar sus signos externos tal como se muestran en cualquiera de sus combinaciones. Así, el dulzor, la blancura y la estructura cristalina del azúcar dependen en parte de la presencia del Carbono; lo mismo ocurre con el amargor, el verdor y la composición resinosa del hachís. Pero el Carbono es inviolablemente Carbono. E incluso cuando transmutamos lo que parecen ser elementos, como el Radio en Plomo, simplemente vamos un paso más allá; sigue habiendo una sustancia inmutable -o esencia de la Energía- que es inevitablemente Ella misma, la base de la diversidad.
Esto sería válido incluso si llegáramos a demostrar el Monismo Material. Bien pudiera ser - yo lo he creído desde que tenía catorce años - que los elementos sean todos isómeros, diferenciados por la estructura geométrica, la carga eléctrica, o de alguna otra manera, precisamente del mismo modo que se diferencia el ozono del oxígeno, el rojo del amarillo, y una parafina de un benceno de idéntica fórmula empírica. De hecho, cada "estrella" se deriva necesariamente de la continuidad uniforme de Nuith, y se puede devolver a Su Cuerpo mediante los métodos analíticos adecuados, como atestigua la experiencia del misticismo. Pero cada complejo es, sin embargo, único en sí mismo, porque el esquema de su construcción es parte de su existencia, de modo que este esquema peculiar constituye la esencia de su individualidad. Es imposible transformar un chelín en dos monedas de seis peniques, aunque el valor y el material sean idénticos; porque parte de la esencia del chelín es la intención de tener una sola moneda.
Las consideraciones anteriores deben ser asimiladas a fondo por cualquier mente que desee obtener una firme comprensión intelectual de la verdad que se oculta tras la paradoja de la existencia.
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