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Sin embargo, no se deduce que Él (y los Suyos) deban parecer alegres. Podrían asumir el disfraz de la tristeza.
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De nuevo aprendemos sobre la permanencia de la Naturaleza de una Estrella. No debemos juzgar por las circunstancias temporales, sino penetrar en la Verdadera Naturaleza.
Naturalmente, los economistas han objetado que nuestra Ley, al declarar que cada hombre y cada mujer es una estrella, reduce la sociedad a sus elementos, y hace imposible la jerarquía o incluso la democracia. Este punto de vista es superficial. Cada estrella tiene una función en la galaxia que corresponde a su propia naturaleza.
Mucho mal ha hecho nuestra ignorancia al insistir, por el contrario, en que cada ciudadano es apto para todos y cada uno de los deberes sociales. Pero también nuestra Ley enseña que una estrella a menudo está velada respecto a su naturaleza. Así, la inmensa mayoría de la humanidad está obsesionada por un miedo abyecto a la libertad; las principales objeciones que se han presentado hasta ahora contra mi Ley han sido las de personas que no soportan imaginar los horrores que resultarían si fueran libres de hacer su propia voluntad. El sentido del pecado, la vergüenza, la desconfianza en uno mismo, esto es lo que hace que la gente se aferre a la esclavitud cristiana. La gente cree en una medicina sólo en la medida en que ésta es desagradable; la raíz metafísica de esta idea reside en una degeneración sexual de tipo masoquista. Ahora bien, "la Ley es para todos"; pero los defectuosos la rechazarán, y nos servirán a los que somos libres con una fidelidad aún más perruna en cuanto que la sencillez de nuestra libertad refleja su bajeza.
Incluso vendehumos tan superficiales como Sir Walter Besant y el Sr. James Rice han tenido un atisbo de estas ideas. Cito "Ready-Money Mortiboy", Capítulo XXIII:
“El hombre de gran barba se elevaba sobre los niños, con su brazo derecho agitándolos hacia el mundo -¿dónde? No importa dónde: en algún lugar lejano: en alguno de los buenos lugares del mundo; no hubo corazón de niño que no se agitara: la valiente y vieja sangre inglesa se elevaba en ellos mientras hablaba, en sus profundos y graves tonos, sobre el valor de un solo hombre en aquellas tierras lejanas; una oratoria destinada a dar frutos en días posteriores, cuando los muchachos, que aún hablaban con la respiración contenida del discurso y del orador, crecieran hasta convertirse en hombres.”
"Peligroso, Dick", dijo el granjero John. "¿Qué voy a hacer sin mis trabajadores?"
"No tengas miedo", dijo Dick. "Ni un diez por ciento tendrá el valor para irse. Déjanos ayudarles, y tú te quedarás con el resto".
Podría haber añadido que el empresario estaría mejor sin ese porcentaje de levadura para fermentar su infusión de inofensivo vegetal humano.
Nadie es más consciente que yo de que el Problema del Trabajo debe resolverse mediante consideraciones prácticas y no intelectuales, pero en este caso las consideraciones intelectuales resultan ser extremadamente prácticas. El error ha sido tratar de producir un artículo estándar para abastecer el mercado laboral; es un error desde el punto de vista del capital y del trabajo por igual. No se debe enseñar a los hombres a leer y escribir a menos que muestren capacidad o inclinación. La educación obligatoria no ha beneficiado a nadie. Ha impuesto una restricción injustificable a las personas a las que se suponía que debía beneficiar; ha sido una presunción estúpida por parte de los intelectuales el considerar que una serie de pocos conocimientos mentales son de beneficio universal. Es una forma de fanatismo sectario. Deberíamos reconocer el hecho de que la gran mayoría de los seres humanos no tienen ninguna ambición en la vida más allá de la mera comodidad y la felicidad animal. Deberíamos permitir a estas personas cumplir con su destino sin interferencias. Deberíamos dar todas las oportunidades a los ambiciosos, y así establecer una clase de hombres y mujeres moral e intelectualmente superiores. No deberíamos tener ningún reparo en utilizar las cualidades naturales del grueso de la humanidad. No insistimos en tratar de entrenar a las ovejas para que cacen zorros o que den clases de historia; nos ocupamos de su bienestar físico, y disfrutamos de su lana y su carne. Así, tendremos una clase de esclavos satisfechos que aceptarán las condiciones de la existencia tal y como son realmente, y disfrutarán de la vida con la tranquila sabiduría del ganado. Es nuestro deber asegurarnos de que a esta clase de personas no les falte de nada.
El sistema patriarcal es mejor para todas las clases que ningún otro; las objeciones al mismo provienen de los abusos que se cometen. Pero los malos amos han sido creados artificialmente por exactamente el mismo error que fue responsable de los malos siervos. Es esencial enseñar a los amos que cada uno debe descubrir su propia voluntad, y realizarla. No hay ninguna razón en la naturaleza para la competitividad despiadada. Todo esto ha sido explicado anteriormente en otros contextos; aquí sólo es necesario enfatizar esta cuestión. Debe quedar claro que cada hombre ha de encontrar su propia felicidad de forma puramente personal. Nuestros problemas han sido causados por la suposición de que todo el mundo quiere las mismas cosas, y por lo tanto el suministro de esas cosas se ha limitado artificialmente; incluso aquellos beneficios de los que hay una reserva inagotable han sido acaparados. Por ejemplo, el aire fresco y los bellos paisajes. En un mundo en el que cada uno hiciera su propia voluntad, nadie carecería de estas cosas. En nuestra sociedad actual, estos elementos se han convertido en los lujos de la riqueza y el ocio, pero siguen siendo accesibles para cualquiera que posea el suficiente sentido común para emanciparse de los supuestos beneficios de la vida en la ciudad. Hemos entrenado deliberadamente a la gente para que desee cosas que realmente no quiere.
Sería fácil desarrollar este tema en gran detalle, pero prefiero dejar que cada lector lo elabore a la luz de su propia inteligencia; sin embargo, deseo llamar la atención de forma muy particular de los capitalistas y de los dirigentes obreros sobre los principios aquí expuestos.
Concluyo citando cuatro capítulos del Liber Aleph que tratan sobre el tema.
De Lege Motus. (Sobre la Ley del Movimiento).
"Considera, oh Hijo mío, esa palabra en la Llamada o Clave de los Treinta Aethyres: ¡Contempla el Rostro de tu Dios, el Principio del Consuelo, cuyos ojos son el Resplandor de los Cielos, que te proveyó para el Gobierno de la Tierra, y su Variedad Indecible! Y de nuevo: que no haya ninguna Criatura igual sobre ella o dentro de ella. Que todos sus miembros difieran en sus Cualidades, y que no haya ninguna Criatura igual a otra. Aquí también está la voz de la verdadera Ciencia, gritando en voz alta que la Variación es la Clave de la Evolución. A esto llega en tercer lugar el Arte, percibiendo la Belleza en la Armonía de lo Diverso. Has de saber entonces, oh Hijo mío, que todas las Leyes, todos los Sistemas, todas las Costumbres, todos los Ideales y Normas que tienden a producir uniformidad, están en directa oposición a la Voluntad de la Naturaleza de cambiar y desarrollarse a través de la Variedad, y están malditos. Lucha con toda tu Fuerza Viril contra estas Fuerzas, porque se resisten al Cambio, que es la Vida; y por ello pertenecen a la Muerte."
De Legibus Contra Motum. (Sobre las Leyes Contra el Movimiento)
"No digas, en tu Prisa, que tales Estancamientos son la Unidad, así como la Victoria final de tu Voluntad es la Unidad. Porque tu Voluntad se mueve a través de la Función libre, de acuerdo con su Naturaleza particular, hacia ese Fin que es la Disolución de todas las Complejidades, y esos Ideales y Normas son Intentos de detenerte en ese Camino. Aunque para ti haya algún Ideal en tu Camino, puede no haberlo para tu Prójimo. Monta a todos los hombres a caballo; acelerarás al soldado de a Pie en su camino, pero ¿qué le has hecho al hombre-Pájaro? Debes tener Leyes y Costumbres sencillas para expresar la Voluntad general, y así evitar la Tiranía o la Violencia de unos pocos; ¡pero no las multipliques! Ahora, pues, aquí te declararé los Límites de la Ley civil asentada en la Roca de la Ley de Thelema".
De Necessitate Communi. (Sobre la Necesidad Común)
"Entiende primero que los Perturbadores de la Paz de la Humanidad lo hacen por causa de su Ignorancia sobre sus propias Verdaderas Voluntades. Por lo tanto, a medida que esta Sabiduría mía aumenta entre la Humanidad, la falsa Voluntad de Crimen debe volverse constantemente más infrecuente. Además, el ejercicio de nuestra Libertad hará que los Hombres nazcan con menos y menos Aflicción de esa Enfermedad del Espíritu que engendra dichas falsas Voluntades. Pero, a la Espera de esta Perfección, debes asegurar por Ley a cada Hombre un Medio de satisfacer sus Necesidades físicas y mentales, dejándolo libre para desarrollar cualquier Superestructura de acuerdo con su Voluntad, y protegiéndolo de cualquiera que pretenda privarlo de estos Derechos esenciales. Por lo tanto, habrá un Estándar de Satisfacción, aunque debe variar en detalle con la Raza, el Clima y otras Condiciones similares. Y este Estándar se basará en una amplia interpretación de los hechos biológicos, fisiológicos y similares".
De Fundamentis Civitatis. (De los Fundamentos del Estado).
"No digas, oh Hijo mío, que en este Alegato he puesto Límites a la Libertad individual. Porque cada hombre en este Estado que yo propongo está cumpliendo su propia y verdadera Voluntad por su entusiasta conformidad con el Orden necesario para el Bienestar de todos, y por lo tanto también el suyo propio. Pero asegúrate de poner alto el Estándar de Satisfacción, y que a cada cual le sobre un Excedente de Ocio y de Energía, para que, cumplida su Voluntad de Autoconservación por el Desempeño de su Función en el Estado, pueda dedicar el Resto de sus Poderes a la Satisfacción de las otras Partes de su Voluntad. Y puesto que el Pueblo es a menudo inculto y no entiende el Placer, que sea instruido en el Arte de la Vida: para preparar Alimentos sabrosos y saludables, cada uno a su propio Gusto, para hacer Ropa según su Capricho, con variedad en la Individualidad, y para practicar los múltiples Oficios del Amor. Una vez aseguradas estas Cosas, podrás conducirlos después a los Cielos de la Poesía y del Cuento, de la Música, de la Pintura y de la Escultura, y al Conocimiento de la Mente Misma, con su insaciable Alegría de todo Conocimiento, ¡De ahí deja que se eleven!"
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