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Hay, por supuesto, leyes inferiores a ésta, detalles, casos particulares, de la Ley. Pero la totalidad de la Ley es Haz tu voluntad, y no hay ninguna ley más allá de ella. Este tema se trata por completo en el Liber CXI Aleph, y el estudiante debería remitirse a él.
Mucho mejor es que asuma esta Ley como la Clave Universal para todos los problemas de la Vida, y que la aplique a un caso particular detrás de otro. A medida que avance en su comprensión, se asombrará de la simplificación que proporciona para las cuestiones más oscuras. Así asimilará la Ley, y la convertirá en la norma de su ser consciente; esto por sí mismo bastará para iniciarlo, para disolver sus complejos, para desvelarse a sí mismo; y así alcanzará el Conocimiento y la Conversación de su Sagrado Ángel Guardián.
Yo mismo he practicado constantemente para poner a prueba la Ley mediante muchos y diversos modos en muchas y diversas esferas del pensamiento, hasta que ha quedado absolutamente fija en mí, tanto que pareciera una "ecuación idéntica", axiomática en verdad, pero sin ser aún así una perogrullada, sino una verdadera espada de la Verdad para romper todo nudo de un toque.
Como ética práctica de la Ley, he formulado en palabras de una sola sílaba mi declaración de los DERECHOS DEL HOMBRE.
No hay más dios que el hombre.
1. El hombre tiene derecho a vivir según su propia ley –
a vivir de la manera en que quiera hacerlo:
a trabajar como él quiera:
a descansar como él quiera:
a morir cuando y como quiera.
2. El hombre tiene derecho a comer lo que quiera:
a beber lo que quiera:
a vivir donde quiera:
a moverse como quiera sobre la superficie de la tierra.
3. El hombre tiene derecho a pensar lo que quiera:
a decir lo que quiera:
a escribir lo que quiera:
a dibujar, pintar, tallar, grabar, moldear, construir como quiera:
a vestirse como quiera.
4. El hombre tiene el derecho a amar como quiera:
“¡Tomad vuestra saciedad y voluntad de amor como
queráis, cuando, donde y con quien queráis!” – AL I,51
5. El hombre tiene derecho a matar a todo el que pretenda frustrar estos derechos:
“Los esclavos servirán” – AL II,58
Esta afirmación no debe considerarse como un individualismo desbocado. Su armonía con el arte de gobernar queda demostrada en los capítulos del Liber Aleph ya citados; véase el comentario al Capítulo II, versículo 72.
El pensamiento moderno, incluso el de los más superficiales, se ve obligado por AIWAZ a confirmar su Ley, sin conocer de qué se trata. Por ejemplo: "El viento de Dios de la nada que es llamado la Voluntad; y es la única excusa del hombre en esta tierra", fue escrito por un Hombre Gordo tan trivial como Gilbert Keith Chesterton en "La Posada Voladora".
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