Los Comentarios al Libro de la Ley

escrito por Aleister Crowley

traducción y notas al pie por Yemeth
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1.29.- Pues estoy dividida por amor, por la oportunidad de la unión.

Nuevo Comentario

Cito de "El Libro de las Mentiras".

LA OSTRA
Los Hermanos de A∴A∴ son uno con la Madre del Niño.
Lo Mucho es tan adorable para el Uno como el Uno lo es para lo Mucho.
Este es el Amor de Estos: la creación-parto es la Dicha del Uno; el coito-disolución es la Dicha de lo Mucho.
El Todo, así entretejido de Estos, es Dicha.
Nada hay más allá de la Dicha.
El Hombre se deleita al unirse con la Mujer; la Mujer al separarse del Niño.
Los Hermanos de la A∴A∴ son Mujeres; los Aspirantes a la A∴A∴ son Hombres.

Para tener Movimiento es preciso tener Cambio. De hecho, hay que tenerlo para poder tener siquiera algo. Ahora bien, este Cambio es lo que llamamos Amor. Así, el "amor bajo la voluntad" es la Ley del Movimiento. El carácter reentrante de este Movimiento es difícil de concebir; pero se insta al Aspirante a que trate de asimilar la idea. Un hindú podría comparar el proceso Cósmico con una mantequera que de la leche hace mantequilla para alimentar a una mujer que produce leche, siendo cada paso del ciclo un Progreso de Gozo.
El tiempo es creado necesariamente por nosotros para dar cabida a la existencia aparente de la dualidad que ideamos para la presentación de la unidad, o la nihilidad.
"Dos cosas" deben existir, evidentemente, o en dos lugares, o en dos momentos, o ambos a la vez; de otro modo, serían indistinguibles.
Dos fenómenos separados en el tiempo se considerarían simultáneos si estuvieran separados en el espacio de manera que nuestra observación del primero se retrasara, por diversas razones; y es bastante fácil darse cuenta de tal posibilidad. Pero parecería que la separación en el espacio fuera de alguna manera más inextricable. No veo ningún motivo a priori para esta distinción; creo que surge del hecho de que el espacio se presenta directamente a nuestros sentidos, mientras que el tiempo es propio de la capacidad mental para comprender las impresiones.
Nuestro universo está (después de todo) en un solo lugar en lo que a nosotros respecta, es decir, en nuestro sensorio, de modo que dos impresiones cualesquiera no pueden ser registradas por nosotros más que como consecutivas. Incluso cuando somos conscientes de su simultaneidad, nos vemos obligados a situarlas secuencialmente. En este sentido, nuestro sensorio no distingue entre ideas concretas y abstractas. Las impresiones sensoriales y las ideas generales son igualmente agua para el molino. Pero distinguimos en nuestro registro entre los acontecimientos cuya secuencia es parte necesaria de nuestra comprensión de los mismos, y aquellos que son independientes de nuestra historia. Insistimos en la secuencialidad de la escuela y la universidad, pero consideramos nuestros juicios generales como independientes del tiempo. Este es el caso particular de nuestra idea del Ego, que instintivamente consideramos como si fuera eterna e inmutable, a pesar de que de hecho crece y decae continuamente. Sin embargo, pensamos en los incidentes de la infancia como si estos le hubieran ocurrido al Ego, formando parte de su carácter.
Ahora bien, puesto que este Ego sólo es consciente en virtud de haberse formulado a sí mismo o al Universo (según sea el caso) en forma de Dualidad, y puesto que todas las experiencias del Ego le son necesarias, como son necesarios todos los fenómenos, es lícito considerar la totalidad de la experiencia del Ego como la presentación en dualidad de un único hecho simultáneo.
En otras palabras, la vida es un intento de comprender la naturaleza de uno en su propia alma.
El hombre que no lo reconoce así, está desesperadamente desconcertado por el carácter irracional del universo, que considera real; y no puede sino verlo como absurdo y carente de rumbo. Las aventuras de su cuerpo y su mente, con sus deseos de bienestar material y moral, están evidentemente tan condenadas al desastre como las de Don Quijote. Ha de ser un necio si lucha (contra el destino inexorable) por obtener resultados que sabe que sólo pueden acabar en catástrofe, un clímax tanto más amargo cuanto más se aferra a sus imposibles ideales.
Pero una vez acepta la necesidad del curso de los acontecimientos, y considera que su cuerpo y su mente no son más que los instrumentos que le permiten interpretarse a sí mismo mediante una presentación dualista, pronto debería adquirir una completa indiferencia hacia la naturaleza de los incidentes que le ocurren.
No es sorprendente que estos incidentes se produzcan en una secuencia aparentemente desordenada, como tampoco lo es que los colores de un cuadro o las palabras de un relato no se distribuyan según una clasificación a priori, como en un Léxico o en el catálogo de un vendedor de pinturas. Su tarea como connoisseur es reconocer la idea del artista, y esto sólo puede hacerlo mediante la apreciación de la obra completa. Debe analizar el conjunto de elementos y asignar el valor correcto a cada uno, comprendiendo la intención de cada uno respecto al diseño final.
Se dirá que nadie puede comprenderse a sí mismo mientras la presentación sea imperfecta, es decir, mientras se encuentre encarnado. Esto sin duda es rigurosamente cierto; pero se puede obtener una aproximación a este objetivo del autoconocimiento retirándose durante un tiempo a la forma monista de la autoconciencia, que no distingue entre el Ego y el No-Ego; en otras palabras, alcanzando el Samadhi. Pero la primera experiencia de Samadhi será pues, naturalmente, un éxtasis desprovisto de nombre o forma, y carente de elementos distinguibles como tales; sabemos que esto es así. Uno tan solo se ha privado de los medios de expresión, y toda la conciencia dual desaparece, junto a sus formas, el tiempo, y el espacio. Uno concluye a partir de ello que el Universo es idéntico al Ego, y todas las cosas se disuelven en una esencia sin forma caracterizada por el conocimiento y la dicha. Pero esta etapa temprana del Samadhi es una ilusión, una especie de vértigo ebrio. (Así, en el amor sexual, el éxtasis abole el Ego, aparentemente; olvida que la dualidad fue su causa, y que debe ser igualmente real consigo mismo, en un sentido u otro). Pero el Samadhi subsiguiente enseña al adepto que su Unidad instantánea universal existe como "Ninguno y Dos"; y aprende que su Samadhi es peculiar a sí mismo a la vez que común a todos.
Se vuelve capaz de experimentar la verdad de las afirmaciones de El Libro de la Ley, la naturaleza de Nuith y Hadith, y de sí mismo como una Estrella, única, individual y eterna, pero a la vez parte del Cuerpo de Nuith, y por tanto idéntica en ese aspecto a todas las demás estrellas.
Se comprenderá a sí mismo como el "lecho en el trabajo" de Nuith y Hadit, como una forma particular asumida por este último en aras de la Variedad en su "juego" con la primera; y participa en este juego mediante su autorrealización, que sintetiza a partir de los "acontecimientos de su vida".
Entiende que estos acontecimientos son la resultante del Universo aplicada a él, de modo que su experiencia es a la vez única y universal, pues cada estrella es el centro del cosmos, y el Cosmos aplicable como un todo a cada estrella.
Las experiencias de cada ángulo de un triángulo son comunes a todos, ya que se puede expresar cualquier relación como función de cualquier ángulo, a voluntad. Cada uno puede tomarse como punto de partida para el estudio de las propiedades del triángulo, y cada uno es igualmente importante para su existencia. Cada uno está ligado a los demás, y además cada uno es en cierto sentido ilusorio respecto al triángulo, que es una idea, simple e ideal, cuya unidad se ve obligada a expresarse y a manifestar sus propiedades extendida como figura plana. Pues ningún triángulo puede expresar la idea de triángulo. Todo triángulo debe ser equilátero, isósceles o escaleno, agudo, recto u obtuso, y ningún triángulo puede ser todo eso a la vez, mientras que la idea de triángulo incluye todas esas posibilidades e infinitas otras.
De manera similar, Nuith y Hadith incluyen todas las formas posibles de existencia; sólo pueden realizarse a Sí mismos creando una variedad infinita de formas de Sí mismos, cada una real en tanto que es Su imagen, ilusoria en tanto que es un aspecto parcial y dividido de Ellos.
Cada una de estas Estrellas es inteligible para Ellos, como un poema lo es para su autor, como parte de su alma reflejada por su mente. Pero no es inteligible para sí misma, porque no tiene relación con ninguna otra idea; sólo se conoce a sí misma como el bebé de su madre Nuith, a quien anhela, siendo incitada por su padre Hadith a expresar ese apego instintivo mediante gritos inarticulados.
Para conocerse a sí misma, cada una de estas Estrellas, o Almas, debe comer del Fruto del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal, aceptando el trabajo y el dolor como parte suya, y la muerte como su condena. Es decir, debe revelar a sí misma su naturaleza formulando esa naturaleza como dualidad. Debe expresarse mediante una serie de gestos simbólicos aparentemente externos a ella, del mismo modo que un pintor revela una faceta de su Diamante del Deleite cubriendo un lienzo con colores de tal manera que a primera vista el cuadro parezca representar algo externo a él. De hecho, debe repetir por sí mismo la Magia(k) original de Nuith y Hadith que lo creó.
Así como Ellos se hicieron visibles poco a poco formando Almas particulares, expresando la Homogeneidad Impersonal y Absoluta por medio de la Heterogeneidad Relativa Personal, así, sin olvidar su verdadera naturaleza como formas del Infinito que las hacen uno con todo, las estrellas deben idear métodos para estudiarse a sí mismas.
Deben construir imágenes de sí mismas, aparentemente externas, y deben representar sus altamente complejas cualidades en una dualidad que involucre el espacio y el tiempo. Pues cada estrella necesariamente está relacionada con todas las demás, de modo que ninguna influencia es ajena a su individualidad; por lo tanto, debe observar su reacción ante todas las demás estrellas.
De modo semejante, la mayoría de los elementos químicos no poseen más que unas pocas cualidades directamente apreciables por nuestros sentidos; debemos conocer su naturaleza poniéndolos en relación con los otros Elementos a su vez. (Obsérvese bien que este conocimiento sería imposible si no existiera una variedad de elementos; así también el hecho de nuestra autoconciencia prueba la existencia de almas individuales; todas relacionadas, todas partes del Alma Única, en un sentido, pero no por ello menos independientes en sí mismas, entidades eternas que expresan elementos particulares de la existencia).
Cada estrella es en sí misma inmune e inocente; su conciencia apropiada es monista; por lo tanto, debe emplear un cuerpo y una mente como instrumentos para interpretar sus relaciones con otras almas y comparar su naturaleza con la de ellas. Pues la mente percibe el contraste del Ser y del no-Ser, y presenta sus experiencias al alma, clasificadas y juzgadas, como documentos para el dossier; y el cuerpo informa a la mente de las impresiones recibidas de su contacto con formas ajenas, tal como las reciben los sentidos.
Naturalmente, se necesitan muchas encarnaciones para que el alma comience a conocerse a sí misma con algún grado de perfección; y se puede reconocer a las almas avanzadas a raíz de sus mentes, que comprenden la naturaleza de su trabajo, son indiferentes a las preferencias del cuerpo hacia formas específicas de experiencia, y buscan ansiosamente nuevas aventuras (como un filatélico que busca sellos raros) para completar la colección. También son, por regla general, muy cuidadosos y muy despreocupados respecto a su bienestar corporal, esforzándose por preservar sus facultades con el fin de obtener nuevas experiencias, pero totalmente indiferentes a ellas en cuanto a su valor intrínseco. Las gobiernan con una vara de hierro, y las entrenan como pugilistas; pero las arriesgan temerariamente cuando la Obra lo exige.
Es importante entender la necesidad de nuestro Universo actual. La perfección no podía hacer otra cosa que crear la Imperfección. Pero, ¿no existía la Imperfección original? No; porque la Perfección no es más que ese estado original, ya que no podemos concebir el total como algo a lo que se pueda sumar. Esta es otra perspectiva sobre el Dios que atraviesa las combinaciones, en una escala mayor, y muestra no sólo por qué Él lo hace, sino por qué Él debe hacerlo. Pero, ¿no se basa todo esto en el accidente que supone el aburrimiento personal que trae la omnisciencia en cualquier cuestión? Sí, pero la Imperfección es un hecho, y un Dios al que no le aburriera la Perfección no habría creado la Imperfección. Pero, ¿por qué no suponer un Dios malvado, o un Dios insensato? Las cosas que me parecen malas, o estúpidas, lo son porque yo soy el único juez. Pero estas cosas no son mis creaciones, sino las de otros Dioses. Es cierto, pero esos Dioses son todos parte de mí, hasta donde yo los conozco. Así pues, en mi propia naturaleza están estos Dioses opuestos, que (como ya se ha dicho) he creado en mí para producir variedad. Verás que no se pueden concebir estos diversos Dioses sin concebir también un Todo, en el que toda la ecuación se anule en la Nada. No se puede concebir como una Unidad, porque 10, igual que 11, 12, etc., es sólo un 1, y no puede convertirse en 2 por reflexión, como pensaba hace 18 años, porque no hay nada más que lo refleje, o no podría ser a la vez Todo y Uno. (Un Uno heterogéneo, con un espejo en su Todo, sería dos). Ahora bien, el Mal sólo es un menos para el Más de cualquiera; no puede haber un Mal que destruya el Todo (o volveríamos a tener Dos.) Por lo tanto, ningún Mal puede hacer ningún daño; sólo puede ser parte de la Obra. El Todo se destruye tan pronto como se entiende; es decir, se concibe de nuevo como 00; esto estalla entonces en alguna nueva combinación, sin ganancia o pérdida alguna, excepto (¿tal vez?) la ganancia debida al Tiempo, como se explica en otra parte. Pero en este caso, ¿qué es el Tiempo? Es una condición fundamental de la experiencia, por no hablar de la memoria, por lo que es necesario para la Fase de Finitud de 00, es decir, para cualquier Universo en el que se produzcan cambios. ¿Existe alguna relación posible entre dos Fases sucesivas de este tipo? No; deben ser iguales en cuanto a que se anulan mutuamente, por lo que el Equilibrio es un principio necesario. Más que el tiempo; pues uno podría tener una Fase de Samadhi que desarrollara Nirvi-Kalpa instantáneamente. Pero si no hay Tiempo, entonces una Unidad, que nunca podría convertirse en Nada; no es posible tal Fase. La dualidad es, pues, la naturaleza de todo Universo manifestado.
El +1 existe, es cierto; pero sólo por una ficción; porque siempre hay un -1 que lo anula. Pero obtenemos la ilusión del 1 cuando sumamos 1/2 a 1/2 o 1/3 a 2/3, etc., cosas -cada una consciente de su carácter fraccionario- que buscan ser Completas. Ahora bien, cuanto más grande se hace cualquier "Uno", más consciente es de su esposa "Menos Uno", más claramente ve que "Uno" es una ilusión, y más vale anularlo. El proceso general de Iniciación es, pues, el mismo para todos los universos posibles.
Desde el punto de vista de la Física, la Inercia original se expresa como dos formas complementarias de Energía - el pequeño Electrón Negativo activo (Hadit) y el gran Electrón Positivo pasivo (Nuit). (Recientemente se ha demostrado que la masa de la Materia es cero). Cuando éstos se satisfacen mutuamente, se producen dos fenómenos (1) sus igualdades opuestas se cancelan a Cero. (Quizás incluso a 00, restaurando así la Nada Indeterminada original). (2) de la unión nace un "niño"; es decir, se produce un fenómeno positivo, cuya naturaleza es totalmente diferente a la de cualquiera de sus "padres"; pues es finito, y posee limitaciones y cualidades propias. Agrupaciones de estas unidades primigenias forman los distintos tipos de "átomos", según su número y disposición geométrica. (Esto implica la proyección en el espacio y el tiempo, ideas que no son necesarias para los Electrones, siendo simplemente ideas planteadas para servir de base a cualquier expresión dualista a la que pueda equipararse el Cero, como Ser y Forma, Materia y Movimiento. Inventamos el Espacio, el Tiempo, las Impresiones Sensoriales, etc. para poder distinguir entre las "experiencias" y expresar nuestra noción de la multiplicidad de las posibilidades contenidas en la Idea de Cero. Siendo cada conciencia humana un caso de una forma particular de agrupar elementos, su concepción del Cosmos está limitada por las relaciones necesarias de ese grupo con otros grupos. Crece por la "unión" con tales grupos, y se alegra, en parte porque satisface su complejo de Edipo acercándose así a Nuit, en parte porque cumple su función natural de Creación.
Achad en el Liber XXXI. AL.I.29,30. "Se verá que realmente no hay división".
Notas al pie


1 - N.del E.: Referencia al propio Libro de la Ley, al versículo en II,66.

2 - N.del E.: El texto en el que Frater Achad describe la clave del Libro de la Ley, 31 ꞊ LA ꞊ AL.