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Ermitaños - Véase el versículo 15.
Nuestros ascetas disfrutan, gobiernan, conquistan, aman y no deben pelear (pero ver versos 59, 60 - Incluso sus combates son gloriosos).
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¡Los cristianos a los leones!
Un ermitaño es aquel que habita aislado en el desierto, exactamente como un alma, una estrella o un electrón en la inmensidad del espacio-tiempo. La doctrina aquí expuesta es que el iniciado no puede ser contaminado por ningún entorno en particular. Acepta y disfruta de todo lo que es apropiado a su naturaleza. Así, el carácter sexual de un hombre es una forma de expresión de sí mismo; une sacramentalmente a Hadit con Nuit cuando satisface su instinto de amor físico. Por supuesto, esto es sólo una proyección parcial; gobernar, luchar y demás, deben satisfacer otras necesidades. No debemos imaginar que cualquier forma de actividad sea incapaz, por el mero hecho de serlo, de suministrar los elementos de una Eucaristía: suum cuique. Sin embargo, observa el factor constante en esta enumeración de las prácticas propias de los "ermitaños": se trata del deleite extático.
Tomemos prestada una analogía de la química. El oxígeno tiene dos manos (por así decirlo) para ofrecer a otros elementos. ¡Pero contrasta el cordial abrazo del hidrógeno o del fósforo con el débil y reticente saludo del cloro!. Sin embargo, ¡el hidrógeno y el cloro se precipitan apasionadamente para abrazarse en una locura monogámica! No hay nada "bueno" o "malo" en el asunto; es la energía entusiasta de la unión, como lo indica la liberación del calor, la luz, la electricidad o la música, y la estabilidad del compuesto resultante, lo que santifica el acto. Observa también que la máxima alegría externa en cualquier fenómeno es superada un millón de veces por la alegría interna de la comprensión de que la autorrealización en el mundo sensible no es más que un símbolo de la sublimidad universal de la fórmula "amor bajo la voluntad".
Las dos últimas frases exigen una atención especial. Hay una aparente contradicción con los versos 59, 60. Debemos buscar la reconciliación de esta manera: No imagines que ningún Rey puede morir (v. 21) o ser herido (v. 59); por lo tanto, la lucha entre dos Reyes no puede ser más que una prueba amistosa de fuerza. Todos somos inevitablemente aliados, incluso idénticos en nuestra variedad; "amarnos los unos a los otros con corazones ardientes" es una de nuestras cualidades esenciales.
Pero, ¿quiénes son entonces los "hombres inferiores", si "cada hombre y cada mujer es una estrella"? El casus belli es éste: hay personas que están tan profundamente veladas ante sí mismas que se resienten ante los rostros descubiertos de los demás. Luchamos para liberarlos, para hacerlos amos como nosotros. Observa el versículo 60, "al infierno con ellos": es decir, conduzcámoslos al "infierno" o santuario secreto dentro de su conciencia. Allí habita "el gusano que no muere y el fuego que no se extingue"; es decir, "la serpiente secreta enroscada y a punto de saltar" y "la llama que arde en el corazón de cada hombre" - Hadit. En otras palabras, nos alzamos en armas contra la falsedad; no podemos evitarlo si esa falsedad obliga al Rey que ha sido encarcelado a asentir a sus edictos, incluso a creer que sus intereses son los de su opresor, y a temer la Verdad como en su momento Jehová temió a la Serpiente.
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