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Hadit es el Ego o Atman en todo, pero por supuesto algo más elevado y más secreto que cualquier cosa entendida por los hindúes. Y, por supuesto, la distinción entre Ego y Ego es una ilusión. De ahí que Hadit, que es la vida de todo lo que existe, si es conocido, se convierte en la muerte de esa individualidad.
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De ello se desprende que, dado que Hadit nunca puede ser conocido, no hay muerte. La muerte del individuo es su despertar a la inmortalidad impersonal de Hadit. Esto se aplica menos a la muerte física que al Cruce del Abismo; para ello, véase el Liber 418, decimocuarto Aethyr. Uno puede llegar a ser consciente de que no es más que un "hijo" particular del Juego de Hadit y Nuit; la personalidad propia se percibe entonces como un disfraz. No sólo no es una entidad viva, como uno había pensado; sino un mero símbolo sin sustancia, incapaz de vivir. Es la forma convencional de un determinado conjunto de pensamientos, que son a su vez los símbolos parciales y jeroglíficos de un "Ego". El "hombre" consciente y sensible es para su Yo lo que las letras impresas en esta página son para mí, que las he hecho manifestarse en color y forma. Son dispositivos arbitrarios para transmitir mi pensamiento; podría utilizar igualmente el francés o el griego. Tampoco este pensamiento aquí expresado es más que un rayo de mi Orbe; e incluso todo ese Orbe no es más que el vestido de Mí. La analogía es precisa; por lo tanto, cuando uno se convierte en "el conocedor", implica la "muerte" de todo sentido del Ego. Uno percibe su personalidad precisamente como hago ahora con estas letras impresas; y se olvidan, al igual que, absorto en mi pensamiento, el automatismo entrenado de mi mente y mi cuerpo expresa ese pensamiento por escrito, sin atención por mi parte, y menos aún identificándose con los extremos involucrados en el proceso.
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