El "Árbol de la Vida" en la Cábala representa diez esferas dispuestas en tres pilares, el central de los cuales contiene cuatro, y los otros, tres cada uno. Estas esferas se atribuyen a ciertos números, planetas, metales y muchos otros grupos de cosas; de hecho, todas las cosas pueden atribuirse a una u otra de ellas. (Véase el
Libro 4, Parte III, y el
Liber 777). Las cuatro ordalías que vamos a describir ahora representan el ascenso del aspirante desde la décima y más baja de estas esferas, que se refiere a la Tierra, sin regenerar y confusa, en la que nace el aspirante. Se alza en la primera ordalía hasta la esfera llamada Fundación
, numerada como 9, y que contiene, entre otras ideas, las de los órganos generativos, el Aire, la Luna y la Plata. Su Verdad secreta es que la Estabilidad es idéntica al Cambio; esto nos lo recuerda el hecho de que cualquier múltiplo de 9 tiene 9 como suma de sus dígitos.
El iniciado percibirá ahora que la suma de los movimientos de su mente es cero, mientras que, por debajo de sus fases similares a las de la luna y sus divagaciones parecidas a las del Aire, permanece intacta la conciencia sexual, la verdadera Fundación del Templo de su cuerpo, la Raíz del Árbol de la Vida que crece de la Tierra al Cielo. Este Libro es ahora para él "como plata". Lo ve puro, blanco y brillante, el espejo
de su propio ser que esta ordalía ha purgado de sus complejos. Para llegar a esta esfera ha tenido que pasar por un camino de oscuridad donde los Cuatro Elementos le parecían el Universo entero. Pues, ¿cómo podría saber que no son más que el último de los 22 segmentos
de la Serpiente que está enroscada en el Árbol?
Asaltado por burdos fantasmas de materia, irreales e ininteligibles, su ordalía es de terror y oscuridad
. Sólo puede superarla gracias al favor de su propio Dios silencioso, extendido y exaltado dentro de él en virtud de su acto consciente al afrontar esta ordalía.