Tú que andas, taimado, extirpado y ténebre,
vuelve sobre tus pasos y bufa al viento.
Que nadie te niegue el ascenso
y tú no alientes la caída más allá de tu peso.
Mantente en el puro hilo de la discordia,
pues es allí donde el Ser brota
Aliméntate de ideas trenzadas al suelo
y da gracias si encaras el espejo.
Canta todo lo que los sabios hablan
y no guardes la llave bajo la mortaja
Rompa el trueno el alma que no se quiebra
y venga Dios, con sus ángeles y trompetas.